Un fenómeno semejante, advierte la orden, podría desactivar una gran parte de la red de energía eléctrica, lo que resulta en una cascada de fracasos que afectarían a servicios clave como el abastecimiento de agua, la salud y el transporte. «El clima espacial tiene el potencial de afectar y alterar la salud y la seguridad a través de continentes enteros simultáneamente», recuerda.
Como explica la orden, los fenómenos meteorológicos espaciales, en forma de erupciones solares, partículas energéticas solares y perturbaciones geomagnéticas, se producen regularmente, y algunas veces se dejan notar en infraestructuras y tecnologías, como el Sistema de Posicionamiento Global (GPS), los satélites, la aviación y la red de energía eléctrica. Pero un evento extremo podría hacer mucho más daño y resultar catastrófico.
Por ello, Obama considera que la preparación para estos eventos necesita el esfuerzo de toda la nación, que requiere asociaciones entre los gobiernos, los gestores de emergencias, los círculos académicos, los medios de comunicación, la industria de los seguros, etc. Esto no quiere decir que una tormenta solar de semejante magnitud vaya a producirse mañana, pero el gobierno estadounidense quiere estar prevenido para que los daños sean los menores posibles cuando ocurra. Desde luego, no es imposible.
De esta forma, dicta la orden, el gobierno federal debe tener la capacidad de predecir y detectar un evento extremo de clima espacial inminente, desarrollar los planes y programas necesarios para alertar a los sectores públicos y privados, proteger y reducir los riesgos en las infraestructuras críticas antes y durante una amenaza creíble, y poder responder y recuperarse de sus efectos.
120 días para proteger la red de energía
La directiva pone a las distintas agencias federales sobre aviso de que tienen un plazo concreto para llegar a un plan para predecir y detectar estos eventos interestelares, alertar al público, proteger la infraestructura crítica y recuperarse de los daños. Además, la Secretaría de Energía tiene 120 días para desarrollar un plan para proteger de perturbaciones electromagnéticas a la red de energía eléctrica.
En 1989, un transformador en Nueva Jersey quedó inutilizado dejando a 6 millones de personas en la provincia de Quebec (Canadá) sin energía eléctrica a causa de una eyección de plasma solar. En 1859 se produjo el famoso evento Carrington, que dejó fuera de servicio el telégrafo de la época mientras en el cielo se veían auroras hasta el sur de Cuba. Si ocurriera hoy en día, de decenas a cientos de transformadores quedarían destruidos, hundiendo en la oscuridad durante semanas, meses o años porciones de continentes.
En una sociedad como la nuestra altamente dependiente de la tecnología, el caos llegaría sin remedio. En un informe de 2013, el mercado de seguros Lloyd de Londres estimaba que el coste de la recuperación de una potentísima tormenta solar oscilaría entre 600.000 millones y 2,6 billones de dólares.
Fuente: (Youtube)
(http://www.alertacatastrofes.com/)
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